Inteligencia Alienígena: Drake vs. Fermi

La vida ha demostrado una enorme habilidad para llenar cada rincón de nuestro mundo. La vida ha configurado nuestro mundo. Y tras 4.500 millones de años ha adquirido la capacidad de cuestionarse si es la excepción o la norma. ¿Es posible que 13.800 millones de años de evolución del espacio y el tiempo, nos hallan confinado en una solitaria estación de la que solo partiremos nosotros?, ¿hay alguien ahí fuera que pueda escucharnos?

El universo observable es inmenso, con cientos de miles de millones de galaxias, cada una de las cuales contiene miles de millones de estrellas y planetas. A medida que se ha avanzado en la investigación astrofísica y la búsqueda de exoplanetas, se ha encontrado una cantidad creciente de mundos potencialmente habitables. Esto ha llevado a la conclusión de que la probabilidad de que existan otros lugares más allá de la Tierra con condiciones adecuadas para la vida es extremadamente alta.

Sin embargo, no tenemos evidencia de su existencia. Trabajamos con probabilidades, más o menos optimistas según de donde vengan y según los argumentos esgrimidos, a veces con un carácter más filosófico que científico.

A lo largo de la historia, el lugar de la humanidad en el esquema del cosmos ha sido constantemente reevaluado a medida que avanzamos en nuestro conocimiento de la naturaleza. La ciencia nos ha mostrado que nuestro particular rincón del universo está lejos de ser singular, y es probable que la evolución biológica tampoco lo sea.

Pero si la vida es una consecuencia inherente a la evolución del universo, ¿puede ser esto extrapolable a la inteligencia?

En este artículo, profundizaremos en dos aspectos clásicos en el abordaje de esta cuestión: la ecuación de Drake y la paradoja de Fermi. A lo largo de su historia, estas dos propuestas han sido consideradas como dos caras de una misma moneda. Tanto optimistas como pesimistas las han utilizado para respaldar sus argumentos. Ambos enfoques se basan en razonamientos lógicos, aunque no pueden escapar de la naturaleza especulativa que rodea la búsqueda de inteligencia extraterrestre.

LA ECUACIÓN DE DRAKE
Calculando Civilizaciones en la Galaxia

La Ecuación de Drake tiene como propósito cuantificar las probabilidades de la existencia de civilizaciones extraterrestres activas y capaces de comunicarse en la Vía Láctea.

Fue descrita en 1961 durante una conferencia organizada por  el astrónomo Frank Drake en el Observatorio Radioastronómico Nacional de Green Bank (Virginia Occidental, EE.UU.), y en realidad, la formuló con la idea de estimular el diálogo científico, una especie de agenda que ordenara los diferentes aspectos a tratar. Según describía el propio Drake:

La lista de participantes a la conferencia fue impresionante, no por su número, que fue de solo diez (las instalaciones no permitían una gran afluencia), sino por sus currículums. Entre los asistentes se encontraban: Frank Drake, el experto en balística y cohetes J. Peter Pearman, el astrofísico Philip Morrison [1], el empresario y radioaficionado Dana Atchley, el químico Melvin Calvin [2], el astrónomo Su-Shu Huang [3], el neurocientífico John C. Lilly, el ingeniero eléctrico Barney Oliver, el astrónomo Carl Sagan y el radioastrónomo Otto Struve. A los participantes de esta reunión se les conoció como la «Orden del Delfín» [4].

Formulación

La formulación original de esta ecuación fue la siguiente:

N = R* · fp · ne · fl · fi · fc · L

dónde

N = el número de civilizaciones en la Vía Láctea con las que la comunicación podría ser posible (es decir, que se encuentran en el cono de luz actual).

y

R= tasa promedio de formación de estrellas en nuestra galaxia. Representa la cantidad de nuevas estrellas que se forman en la Vía Láctea cada año.
Fp = fracción de aquellas estrellas que tienen planetas.
ne = número promedio de planetas que potencialmente pueden sustentar vida por estrella que tiene planetas (localizados en la zona habitable) [5].
fl = fracción de planetas que podrían albergar vida y que realmente la desarrollan en algún momento.
fi = fracción de planetas con vida que desarrollan la inteligencia (civilizaciones).
fc = fracción de civilizaciones que desarrollan una tecnología que libera signos detectables de su existencia al espacio.
L = período de tiempo durante el cual dichas civilizaciones emiten señales detectables al espacio (longevidad de la etapa comunicativa).

Es fundamental destacar que la Ecuación de Drake constituye una herramienta teórica y especulativa. Esta ecuación se asemeja a un resumen de los diversos factores que influyen en la probabilidad de detectar comunicaciones por radio procedentes de civilizaciones extraterrestres . Sin embargo, la mayoría de estos factores son, en gran medida, inciertos, lo que subraya la notable complejidad de la búsqueda.

Veamos en más detalle cada factor y algunas estimaciones actualizadas de su probabilidad.

(R) Tasa promedio de formación de estrellas en nuestra Galaxia:

En el año 2010, la NASA y la Agencia Espacial Europea realizaron cálculos para determinar la tasa de formación estelar en la Vía Láctea. Según estas estimaciones, esta es aproximadamente de 1,5 a 3 estrellas por año [6].

(Fp) Fracción de aquellas estrellas que tienen planetas:

Un análisis de estudios de microlentes en 2012 [7] proporcionó una perspectiva interesante sobre la presencia de planetas en nuestra galaxia. Se descubrió que la probabilidad de que las estrellas estén acompañadas por planetas es cercana a 1, lo que sugiere que la norma es que las estrellas tengan planetas en órbita, en lugar de que estos sean una excepción. Además, se concluyó que, en promedio, hay uno o más planetas por cada estrella en la Vía Láctea.

(ne) Número promedio de planetas que potencialmente pueden sustentar vida por estrella que tiene planetas:

Un equipo de astrónomos ha demostrado que el exoplaneta HD 85512 b se encuentra en el límite de la zona habitable de su estrella, donde podrían existir océanos de agua líquida potencialmente, si su atmósfera tiene suficiente cobertura de nubes. Este diagrama muestra las distancias de los planetas en el Sistema Solar (fila superior), en el sistema HD 85512 (fila del medio) y en el sistema Gliese 581 (fila inferior), desde sus respectivas estrellas (izquierda). La zona habitable se indica como el área azul. (Franck Selsis, Universidad de Burdeos)

Las observaciones respaldadas por datos (2013) de la misión espacial Kepler [8] han revelado la posible existencia de hasta 40 mil millones de planetas con dimensiones similares a las de la Tierra, orbitando en la “zona habitable” de estrellas semejantes al Sol y enanas rojas dentro de nuestra Vía Láctea. De estos se estima, que alrededor de 11 mil millones podrían estar orbitando estrellas muy similares al Sol. Dado que hay alrededor de 100 mil millones de estrellas en nuestra galaxia, esto sugiere que la multiplicación de la probabilidad de tener planetas (Fp) y el número estimado de estrellas (ne) nos proporciona un valor de aproximadamente 0,4.

Los descubrimientos de agua en estado líquido en Marte, océanos subterráneos en Europa (luna de Júpiter), o también la posibilidad de vida en Titán y Encelado (lunas de Saturno), y la presencia de moléculas orgánicas en cometas y asteroides, aumentan la esperanza de encontrar vida microbiana en nuestro propio sistema solar, lo que introduce más incertidumbre en la ecuación, aumentando el valor asignado a ne.

Sin embargo, no todos están de acuerdo con estas estimaciones que consideran demasiado optimistas. Por ejemplo, se sostiene que los exoplanetas de tipo «Júpiter caliente» pueden afectar a la estabilidad de los sistemas planetarios, y en particular, la de los ubicados en la zona de habitabilidad. Esto se debe a que estos gigantes gaseosos son susceptibles de modificar sus órbitas con el tiempo, afectando negativamente a la tasa de mundos capaces de sustentar la vida.

Por otro lado, los partidarios de la hipótesis de la «Tierra especial” (o rara, del original en inglés rare Earth) proponen un conjunto adicional de condiciones para que un planeta sea habitable, que veremos más adelante.

(fl) Fracción de planetas que podrían albergar vida y que realmente la desarrollan en algún momento:

La evidencia de la Tierra sugiere que las condiciones propicias para la vida pueden ser más comunes de lo que imaginamos. En nuestro planeta esta parece haber surgido en sincronía con condiciones favorables. Es decir, la abiogénesis, que es el proceso natural del surgimiento de la vida partiendo de materia inerte, podría ser algo bastante común en entornos adecuados.

En 2020, académicos de la Universidad de Nottingham [9] propusieron el “principio copernicano astrobiológico» respaldado por el “principio de mediocridad [10]. Especularon que la vida se formaría en otros planetas similares a la Tierra con un patrón análogo al de esta. Según sus cálculos, ciertos factores como la frecuencia de formación de estrellas (fl), la frecuencia de formación de planetas con condiciones adecuadas (fi), y la frecuencia de desarrollo de vida inteligente (fc) tienen una probabilidad cercana a la certeza 1. Concluyeron que podría haber más de treinta civilizaciones tecnológicas en nuestra galaxia.

Pero no podemos pasar por alto que esta idea tiene un sesgo claramente antrópico, ya que la Tierra es el planeta que habitamos y el único que conocemos. Existe un concepto denominado “la prueba de hipótesis”, que es una inferencia estadística que se utiliza para decidir si los datos disponibles respaldan suficientemente una hipótesis particular.  La aplicación de esta para determinar la frecuencia de vida en la Vía Láctea, basándose únicamente en la experiencia de la Tierra presenta limitaciones. Algunas de estas son:

  1. Sesgo Antrópico. Este impide hacer inferencias definitivas sobre la frecuencia de vida en otros lugares.
  2. Limitaciones Tecnológicas. La capacidad actual de observar exoplanetas y sus atmósferas es limitada, ya que nuestras técnicas actuales pueden no ser lo suficientemente sensibles para detectar señales de actividad biológica a distancias interestelares.
  3. Diversidad de Condiciones. La vida en la Tierra se basa en una variedad de condiciones específicas. Extrapolar estas a otros planetas podría no ser válido, ya que esta podría surgir en entornos diferentes o bajo condiciones que aún no comprendemos.
  4. Complejidad de la Vida. Definir qué constituye vida es un desafío. En la Tierra, esta es muy diversa, y no sabemos si formas radicalmente diferentes podrían existir en otros lugares.

En resumen, basar la frecuencia de la vida en la Vía Láctea únicamente en la experiencia de la Tierra a través de hipótesis estadísticas es problemático y científicamente poco sólido. Su búsqueda en el cosmos es un campo complejo que requiere un enfoque multidisciplinario y datos más detallados de diversos lugares de la galaxia.

Sin embargo, la perspectiva de encontrar vida en lugares cercanos, como Marte, Europa, Encelado o Titán, planetas y lunas que podrían albergarla o haberla albergado en algún momento de manera independiente a la nuestra, sugeriría un valor cercano a 1. A pesar de esto, nos enfrentamos a la incertidumbre debido al limitado tamaño de la muestra y a la posibilidad de que estas formas de vida no sean realmente independientes, lo que se conoce como panspermia.

Otro factor que puede incrementar el valor de fl es la idea de que la vida haya surgido más de una vez en la Tierra. Pero si la abiogénesis fuera un fenómeno “común”, sería de esperar evidencias de que haya ocurrido repetidas veces en nuestro mundo, pero no las hay. Hasta ahora los científicos no han logrado identificar bacterias u organismos no relacionados entre ellos, lo que significa que toda la biología de nuestro planeta comparte un origen común. ¿Podría ser que estas ramas de origen diferenciado hayan desaparecido debido a la competencia, extinciones masivas u otros eventos?

Quienes respaldan la idea de la «Tierra especial » consideran crucial tener en cuenta áreas galácticas con baja radiación para que la vida pueda surgir, por la particularidad de cómo la órbita del Sistema Solar se mantiene fuera de los brazos espirales de la galaxia durante largos períodos, evitando la radiación dañina de las novas. Esto lleva a asignar un valor bajo a este parámetro. Sin embargo, es importante señalar que aunque esta restricción reduce el número de estrellas que podrían ser adecuadas para el desarrollo biológico, no la elimina por completo. Esto implica que pueden mantenerse valores significativos para otros factores como el número promedio de planetas que potencialmente pueden sustentar vida por estrella (ne), y la frecuencia de desarrollo de esta (fl).

(fi) Fracción de planetas con vida que desarrollan la inteligencia:

Según ciertos sectores de la biología, representados por Ernst Mayr [11], se plantea la idea de que, dada la abundancia de especies que ha albergado la Tierra a lo largo de su historia, la emergencia de inteligencia parece ser sumamente infrecuente. Esto indica la posibilidad de asignar un valor muy bajo a fi.

Aunque la vida se originó poco después de la formación de la Tierra, la explosión cámbrica, que marcó la aparición de una diversidad significativa de formas de vida multicelulares, tuvo lugar considerablemente más tarde. Esto sugiere condiciones especiales para dicho evento. Pascal Lee, científico planetario del Instituto SETI (Search for Extra Terrestrial Intelligence), propone una estimación particularmente baja (0,0002) [12] para este parámetro. Su cálculo se basa en el tiempo que la Tierra tardó en desarrollar vida inteligente, considerando la evolución del Homo erectus durante el último millón de años en comparación con los 4.600 millones de años desde la formación del planeta.

En contraste, quienes defienden valores más altos para fi argumentan que la complejidad de la vida ha aumentado con el tiempo, insinuando que la aparición de la inteligencia es casi inevitable. Esta perspectiva llevaría a un fi cercano a 1.

Aquí también es relevante considerar que una civilización inteligente no necesariamente sería orgánica, ya que, como algunos estudios apuntan, la inteligencia artificial general podría sustituir a la humanidad.

(fc) Fracción de civilizaciones que desarrollan una tecnología que libera signos detectables de su existencia al espacio:

El mensaje de Arecibo enviado en 1974 al cúmulo globular M13

En la búsqueda de comunicación con posibles civilizaciones alienígenas, hasta ahora solo podemos examinarnos a nosotros mismos. Sin embargo, las iniciativas deliberadas que hemos realizado hasta el momento, como el mensaje de Arecibo, se centran únicamente en una pequeña fracción de estrellas. Pero también hay que tener en cuenta que la tecnología actual y futura de la Tierra podría ser detectada por inteligencias que no están mucho más avanzadas que nosotros. En este contexto, la Tierra se considera una civilización comunicante. En realidad, no es esencial que se emitan señales con el propósito deliberado de contactar para que puedan ser detectadas.

Un aspecto importante se centra en cuántas formas de vida inteligente podrían estar lo suficientemente cerca para que captemos sus señales, en caso de que estén transmitiendo. Actualmente los radiotelescopios más sensibles de la Tierra no pueden detectar emisiones de radio no direccionales ni siquiera a una fracción de un año luz de distancia. Aunque, teóricamente, las sociedades extraterrestres podrían contar con tecnologías más avanzadas. Esto implica que nuestras posibilidades de encontrar emisiones alienígenas distantes son limitadas.

(L) Período de tiempo durante el cual las civilizaciones interestelares emiten señales detectables al espacio:

El astrónomo Carl Sagan especuló que, según la ecuación de Drake, el factor determinante para el número de civilizaciones en el universo es el tiempo de vida de estas y su capacidad para evitar la autodestrucción. Todos los demás términos de la ecuación los estimaba relativamente altos. Este enfoque motivó su interés en cuestiones ambientales y sus esfuerzos por advertir sobre los peligros de una guerra nuclear.

Existen cálculos para este parámetro basados en la duración media de civilizaciones históricas en la Tierra. En este sentido, el divulgador científico Michael Shermer propuso una estimación [13] para L de 420 años. Al considerar 28 civilizaciones más modernas que el Imperio Romano, calculó un período de 304 años. Sin embargo, surge la pregunta de si la caída de la mayoría de estas fue seguida por otras que continuaron con la tecnología, lo que cuestiona si son realmente entidades separadas según la ecuación de Drake. Además, dado que la comunicación interestelar aún no era posible para las culturas históricas, este método de comparación podría considerarse inválido.

Se ha planteado además la hipótesis de que cuando una sociedad interestelar conoce a otra más avanzada, su longevidad podría aumentar al aprender de las experiencias de la otra.

También se puede considerar que una vez que una civilización alcanza un nivel suficiente de desarrollo, podría superar las amenazas a su supervivencia y durar indefinidamente, con lo que L adquiriría un valor de miles de millones de años.

Parametrización de la ecuación de Drake

Podemos parametrizar la ecuación en tres partes, cada una asociada a las disciplinas que engloba:

Probabilidades astronómicas: R, que representa la tasa promedio de formación de estrellas en nuestra galaxia, y Fp, que denota la fracción de dichas estrellas que albergan planetas.

Estos parámetros exhiben la menor incertidumbre, dado que derivan de conocimientos accesibles con la tecnología actual. Aunque la precisión en su estimación podría aumentar en el futuro, su valor viene dado directamente por la observación. Consideremos, a modo ilustrativo, la tasa de estrellas que hospedan planetas, un ejemplo claro de cómo el progreso científico responde a interrogantes que, hasta hace relativamente poco, carecían de una respuesta cuantitativa; la primera detección de un planeta orbitando otra estrella data de 1995, y el primer planeta de tipo terrestre descubierto dentro de una zona habitable se encontró en 2007.

Probabilidades astrobiológicas: ne, que representa el número promedio de planetas que potencialmente pueden sustentar vida, fl, que es la fracción de planetas que desarrollan vida en algún momento, y fi, que indica la fracción de planetas con vida inteligente.

La incertidumbre de estos parámetros es mayor que la de los anteriores, ya que carecemos de muestras observacionales directas. Este afecta de manera particular a la probabilidad del desarrollo de la inteligencia. Aunque podamos asumir que en las próximas décadas identificaremos planetas propicios para la vida mediante la detección de biofirmas, como el oxígeno o el metano, no vislumbramos un horizonte razonablemente cercano para la detección de inteligencia extraterrestre.

Probabilidades asociadas a factores sociológicos y tecnológicos: fc, que representa la fracción de civilizaciones capaces de desarrollar tecnologías que emiten señales detectables al espacio, y L, el periodo durante el cual esas civilizaciones emiten dichas señales.

Quizás el término “sociológico” de este punto no sea el más adecuado, pero lo utilizamos para referirnos a patrones deliberados de civilizaciones alienígenas que disponen de la tecnología necesaria para manifestar su presencia.

La incertidumbre más significativa dentro de la ecuación recae en estos aspectos. Nuestra comprensión se basa únicamente en las sociedades humanas desarrolladas en la Tierra. Estimar las intenciones y la capacidad de supervivencia en el tiempo de estas formas de vida es altamente especulativo.

La ecuación de Drake nos señala que, aunque los eventos individuales puedan ser excepcionales o poco probables, cuando se aplican a una población lo suficientemente grande, su aparición se vuelve casi inevitable. Esta abarca una gama amplia de certezas, desde factores con poca incertidumbre hasta otros completamente desconocidos, de los cuales solo podemos especular probabilidades basadas en conjeturas. En la filosofía de la ciencia, el «principio de mediocridad» sugiere que no hay observadores privilegiados para un fenómeno específico. En nuestro caso, esto implica que la Tierra no tiene una posición intrínsecamente especial y, por ende, la vida e inteligencia desarrolladas en ella son fenómenos ordinarios. Somos un planeta común, orbitando una estrella común, en una galaxia común, cuyos límites espaciales ni siquiera están definidos con certeza absoluta. La mediocridad, lejos de ser despectiva, sugiere una riqueza de posibilidades y variaciones en el desarrollo de la vida e inteligencia en el universo.

Sin embargo, no todos respaldan esta concepción. Los partidarios de la hipótesis de la “Tierra especial”, sostienen que la Tierra y sus condiciones son únicas en el cosmos, y dentro de este contexto, consideran que sus particularidades la convierten en un lugar excepcional. Para respaldar esta perspectiva, desafían el principio de mediocridad con los siguientes argumentos:

  • La Tierra orbita alrededor de una estrella no binaria que es rica en metales, y lo hace a una distancia óptima para evitar tanto una irradiación total como el riesgo de convertirse en una roca congelada.
  • La Tierra es una roca de silicato con la cantidad adecuada de masa, placas tectónicas y un núcleo de hierro, elementos esenciales para proteger y sustentar la vida.
  • Los planetas vecinos más grandes actúan como defensores contra asteroides, al tiempo que mantienen la estabilidad de la órbita terrestre.
  • La presencia de una cantidad adecuada de agua contribuye a la existencia de una hidrosfera que favorece la vida.
  • La Luna, siendo anormalmente masiva, genera mareas y estabiliza el movimiento axial de la Tierra.
  • La ubicación específica de la Tierra en la galaxia es considerada única e importante, ya que no se encuentra en el centro de esta, ni en un cúmulo globular, ni cerca de fuentes activas de rayos gamma, sistemas estelares múltiples, púlsares, estrellas extremadamente pequeñas o grandes, ni cerca de estrellas que estén a punto de convertirse en supernovas.

La lista de argumentos es coherente, pero se hace difícil asumir que pueda ser considerada irrepetible teniendo en cuenta la magnitud del cosmos. Tampoco podemos obviar que, al igual que señalamos la tendencia antrópica, al extrapolar las condiciones de la vida terrestre al conjunto de la galaxia, el extremo opuesto, es decir, la noción de que la Tierra es única o excepcional basado solo en la observación del único lugar conocido que alberga vida e inteligencia, también resuena con un claro sesgo antrópico. Por otro lado, algunos defensores de esta hipótesis sostienen la idea de que el cosmos está finamente «diseñado» para propiciar la vida en nuestro planeta, sugiriendo un propósito o intención [14] detrás de estas características únicas. Es esencial destacar que estos planteamientos carecen de un respaldo generalizado en la comunidad científica y tienden a ser más filosóficos (religiosos) o basados en creencias personales que en evidencia empírica.

Explorando estimaciones del número de civilizaciones extraterrestres

La ecuación puede arrojar una amplia gama de resultados debido a las suposiciones involucradas. Esto se debe, como hemos visto, a que muchos de los valores utilizados no están definitivamente establecidos. El resultado de la ecuación puede caer en dos extremos: N ≤ 1, lo que sugiere que es probable que seamos la única civilización en la Vía Láctea, o N > 1, lo que implica la existencia de múltiples civilizaciones. Aunque hay incertidumbre en muchos aspectos, existe un consenso general en que la presencia de la humanidad implica que la probabilidad de que surja inteligencia en el universo no es cero.

Veamos algunos ejemplos:

N = R* · fp · ne · fl · fi· fc · L

Estimaciones iniciales realizadas por Drake
N = 10 · 0,5 · 2 · 1 · 0,01 · 0,01 · 10.000 = 10

Lo que indicaría que existen diez civilizaciones extraterrestres con capacidad de establecer contacto.

Estimación típica de los partidarios de la Tierra especial
N = 1,379 · 0,333 · 0,005 · 0,13 · 0,000054 · 0,01 · 420 = 0,0000000676963
Lo que significa que lo más probable es que solo existamos nosotros como civilización comunicante en tota la galaxia

Una estimación ponderada más acorde con el principio de mediocridad
Esta considera una tasa anual de formación estelar promedio de 2 estrellas, respaldada por evidencias observacionales. Se asume que el 60% de estas estrellas tienen planetas en órbita, y de este conjunto, el 30% alberga planetas en la zona habitable. De entre estos, se estima que el 50% desarrolla vida, y de ellos, el 10% alcanza la inteligencia. De este grupo el 20% tiene la capacidad de comunicarse detectablemente. Se introduce también la noción de una longevidad media para la fase comunicativa de 500 años.
N = 2 · 0,6 · 0,3 · 0,5 · 0,1 · 0,2 · 500 = 1,8
Lo que da la posibilidad, de que además de nosotros, haya al menos otra civilización comunicante en la Vía Láctea.

Una estimación optimista
N = 3 · 0,8 · 0,5 · 0,5 · 0,2 · 0,3 · 1000 = 36
En la galaxia hay treinta y seis civilizaciones con las que “podríamos” establecer contacto.

CALCULADORA DE CIVILIZACIONES EXTRATERRESTRES
En este enlace, podemos acceder a una calculadora de la ecuación de Drake que nos permite ajustar sus parámetros de manera sencilla, y ver cómo afectan al cálculo del número N de probables civilizaciones extraterrestres en la Vía Láctea.
https://www.astrogranada.org/post/calculadora-de-la-ecuaci%C3%B3n-de-drake

Modificaciones: más allá de la ecuación de Drake

La ecuación ha sido objeto de debate y ajustes. Algunos críticos señalan que es bastante simple y omite factores importantes, y se han propuesto diversas modificaciones para abordar la incertidumbre en sus términos. Otros investigadores han utilizado el método de Monte Carlo para combinar las estimaciones, con un valor para N cercano a la unidad.

Algunas propuestas son las siguientes:

Colonización Estelar. [15] Se ha propuesto una expansión de la ecuación para abordar la colonización interestelar. Contempla la posibilidad de que cada civilización original se expande a través del espacio a una velocidad específica y establece nuevos sitios que perduran a lo largo de su existencia.

Factor de Reaparición. Otro ajuste interesante implica multiplicar la ecuación de Drake por la frecuencia con la que puede surgir la inteligencia en planetas donde ya ha aparecido antes. Aunque una civilización pueda extinguirse, la vida en el planeta puede persistir, permitiendo que surja de nuevo la inteligencia. Esta propuesta, llamada «factor de reaparición», depende de la causa principal de la extinción. Si es temporal, como un invierno nuclear, el factor puede ser alto; si es permanente, como la evolución estelar, tiende a ser más bajo.

Factor METI. [16] Alexander Zaitsev propuso incorporar el parámetro METI (mensajería a inteligencia extraterrestre). Este representa la fracción de civilizaciones comunicativas que participan activamente en la transmisión interestelar deliberada. Los humanos, a pesar de estar en una fase comunicativa, no necesariamente lo están según esta definición.

Gases Biogénicos. [17] La astrónoma Sara Seager propuso una versión revisada de la ecuación centrada en la búsqueda de planetas con gases que indican actividad biológica. La ecuación de Seager considera factores como la fracción de estrellas observadas, la habitabilidad de los planetas rocosos, la observabilidad de esos planetas y la probabilidad de vida que produce gases detectables. Es aplicable para cualquier forma de vida alienígena, independientemente de si emiten o no en radiofrecuencia.

N  =  N* •FQ • FHZ • FO • FL • FS

N = Número de Planetas con signos detectables de vida.
N* = El número de estrellas observables
FQ = La fracción de esas estrellas que están en una fase estable de su existencia.
FHZ = La fracción de esas estrellas con planetas rocosos ubicados en la zona habitable.
FO = La fracción de esos planetas que pueden ser detectados.
FL = La fracción de planetas que contienen vida.
FS = La fracción de organismos vivientes que pueden producir una señal de gases característica, que nos indique alguna actividad metabólica.

Teniendo en cuenta solo las estrellas tipo ‘M‘, que son pequeñas y menos luminosas que el Sol, y las más comunes en nuestro vecindario, Seager calculó que al menos dos planetas con vida podrían descubrirse en la próxima década.

Estas adaptaciones reflejan la evolución del pensamiento científico en busca de vida extraterrestre. La comunidad científica ha revaluado conceptos a medida que descubrimos más sobre exoplanetas, llevándonos a cuestionarnos no solo la inteligencia, sino también la vida en sí misma y cómo podríamos detectarla en un futuro cercano.

Silencios de radio: conflictos con la ecuación de Drake”. Algunos pueden estar ansiosos por entablar diálogos cósmicos, mientras que otros optan por deleitarse con el susurro del universo, o quizás, elijan el silencio anónimo. Pero todos participan en la conversación galáctica. Una viñeta por cortesía de Jesús Carmona, realizada para este artículo que contextualiza tanto la ecuación de Drake como la paradoja de Fermi.

¿DÓNE ESTAN TODOS?: LA PARADOJA DE FERMI
Si nadie descuelga el teléfono es porque no hay nadie en casa

Verano de 1950. Una conversación casual de camino al almuerzo sobre recientes informes de avistamientos de ovnis y especulaciones en torno a la posibilidad de viajes más rápidos que la luz. Los involucrados, Enrico Fermi, Edward Teller, Emil Konopinski y Herbert York. Durante la comida la discusión derivó en el asunto de la inteligencia extraterrestre. La lógica impuesta por la magnitud del universo, les sugería una alta expectativa para la existencia de civilizaciones interestelares. Fue entonces cuando Fermi interpeló a sus compañeros con la pregunta: ¿pero dónde están todos? Continuó con una serie de cálculos sobre la previsible existencia de planetas similares a la Tierra, de la probable existencia de vida en estos, y de la aparición y duración de la alta tecnología, etc., en base a lo cual concluyó que deberíamos haber sido objeto de visitas extraterrestres en múltiples ocasiones a lo largo de un período extenso. Poco más se habló, excepto quizás, algunas conjeturas como la noción de que las distancias hasta la próxima morada de seres vivos podrían ser muy grandes, y de que habitamos un remoto rincón distante del centro galáctico. Acababa de formularse la paradoja de Fermi. [18]

La paradoja de Fermi es un concepto en el campo de la astrobiología y cosmología, que surge de la aparente contradicción entre la alta probabilidad de existencia de civilizaciones extraterrestres en el universo y la falta de evidencia de su presencia.

¿Dónde están todos? manifiesta el desconcierto provocado por la ausencia de pruebas de vida inteligente a pesar de la vastedad del cosmos y las condiciones propicias para su desarrollo. ¿Por qué aún no hemos sido visitados por naves alienígenas o contactado por medio de ondas de radio?

La paradoja confronta el principio de mediocridad a dos niveles fundamentales: de escala y de probabilidad.

A nivel de escala por la magnitud de los números astronómicos involucrados. Aunque la vida inteligente surgiera en una pequeña fracción de los planetas que orbitan estas estrellas, esto aún podría traducirse en un número significativo de civilizaciones.

A nivel de probabilidad al considerar la capacidad de la vida inteligente para superar limitaciones y su propensión a colonizar nuevos entornos, lo que hace plausible que algunas civilizaciones alcancen tecnologías avanzadas y se embarquen en la exploración y colonización de sistemas estelares, incluido el suyo propio y los circundantes.

La paradoja se puede reformular de dos maneras distintas.

En primer lugar: «¿Por qué no se hallan extraterrestres o sus creaciones en la Tierra o en el Sistema Solar?». Si los viajes interestelares son factibles, incluso aquellos considerados «lentos» que casi están al alcance de la tecnología humana, solo serían suficientes entre 5 y 50 millones de años para colonizar la galaxia. Este es un breve periodo a escala geológica y cosmológica. Dada la existencia de numerosas estrellas más antiguas que nuestro Sol, y considerando que la vida inteligente pudiera haber evolucionado en otros lugares antes que en la Tierra, surge el interrogante de por qué la galaxia no ha sido colonizada hasta el momento. Incluso si la colonización no resulta práctica o es indeseable para todas las civilizaciones extraterrestres, la exploración exhaustiva mediante sondas podría ser viable. Estas deberían haber dejado rastros detectables en el Sistema Solar, como artefactos de antiguas misiones, pero hasta ahora no se ha observado ninguno.

La segunda formulación es: «¿Por qué no existen indicios de inteligencia en otras partes del universo?». Esta no presupone viajes interestelares y abarca también otras galaxias. Si bien los tiempos de viaje podrían explicar la ausencia de visitas extraterrestres a la Tierra en el caso de galaxias distantes, una civilización suficientemente avanzada debería ser visible en una fracción significativa del universo observable. Incluso si tales civilizaciones son escasas, el argumento de la escala sugiere que tendrían que existir en algún lugar y en algún momento durante la historia del universo. Dado que podrían ser detectadas a distancias considerables durante periodos de tiempo sustanciales, se abre la posibilidad de que haya muchos más lugares potenciales para su origen dentro del alcance de la observación humana.

Explicaciones a la paradoja

Esta plantea una amplia gama de interrogantes, y desde diversas perspectivas se han propuesto explicaciones. Aunque todas tienen un carácter hipotético, algunas se aventuran en terrenos altamente especulativos. A continuación, presentamos solo algunas, ya que proporcionar una lista exhaustiva resulta casi imposible, dada la abundancia de estudios al respecto.

  1. Rareza o inexistencia de la vida y la inteligencia: A pesar de la vastedad del cosmos, es posible que los factores precisos que permiten el surgimiento y desarrollo de formas de vida complejas fuera de la Tierra, sean extremadamente infrecuentes o incluso imposibles.
  2. Gran distancia a la inteligencia extraterrestre más próxima: Es posible que civilizaciones alienígenas tecnológicamente avanzadas existan, pero que, debido a su ubicación remota, la comunicación bidireccional significativa sea impracticable.
  3. Limitaciones en la búsqueda: También podría ser que no estemos mirando en los lugares adecuados o que nuestras estrategias de búsqueda sean inadecuadas.
  4. Limitaciones tecnológicas: Se argumenta que las civilizaciones extraterrestres podrían estar utilizando tecnologías avanzadas que escapan a nuestra capacidad de detección, ya sea porque utilizan métodos no convencionales, como comunicación cuántica, modos de transmisión de información que no generen emisiones electromagnéticas, o porque han desarrollado tecnologías de camuflaje. Arthur C. Clarke afirmaba en el tercer enunciado de las conocidas «leyes de Clark» que, “Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”, en el sentido de que una ingeniería verdaderamente adelantada es muy probable que sea irreconocible.
  5. La tecnología no es universal: La tecnología necesaria para la comunicación interestelar podría no ser una característica universal de todas las civilizaciones. Si algunas no desarrollan formas de comunicación avanzada, no podríamos detectarlas.
  6. Los recursos finitos impondrían límites al desarrollo exponencial: Asumir que una civilización puede expandirse por el Universo a un ritmo exponencial puede ser un error. La limitación de recursos impone restricciones al desarrollo, lo que impide un crecimiento de las civilizaciones que dificulta su detección.
  7. Dificultad en la colonización interestelar: Existe la posibilidad de que haya una barrera tecnológica que las civilizaciones deben superar antes de alcanzar la capacidad de viajar a través de la galaxia. Puede ser que la mayoría de estas no lleguen a superarla por factores como la longevidad o la falta de recursos.
  8. Silencio autoimpuesto: Algunas civilizaciones podrían haber optado por no comunicarse activamente con otras, ya sea por motivos culturales, éticos o para evitar conflictos.
  9. Comunicación no interestelar: Es posible que las civilizaciones avanzadas prefieran la comunicación solo a nivel de su sistema solar, en lugar de a través de distancias interestelares debido a limitaciones técnicas o energéticas.
  10. Catástrofe autodestructiva: Otra explicación sugiere que las civilizaciones tecnológicamente avanzadas tienden a autodestruirse antes de poder colonizar el espacio. Guerras nucleares, cambios climáticos catastróficos o el agotamiento de recursos podrían ser factores contribuyentes.
  11. Exploración pasiva: En lugar de enviar señales activas o colonizar, las civilizaciones extraterrestres podrían estar llevando a cabo una exploración pasiva, simplemente observando y estudiando sin interferir activamente en otros sistemas solares. De esta forma podrían haber colonizado partes de la galaxia sin que lo sepamos utilizando tecnologías indetectables.
  12. Etapas de observación silenciosa: Las civilizaciones extraterrestres podrían pasar por etapas de observación silenciosa antes de decidir si comunicarse activamente con otras formas de vida inteligente.
  13. Ciclos de desarrollo y/o extinción: Extinciones cíclicas que reinicien su desarrollo, dificultando su capacidad para colonizar la galaxia de manera continua.
  14. Desinterés en la exploración espacial: Puede ser que las civilizaciones avanzadas simplemente no tengan un interés inherente en explorar el espacio exterior o colonizar otros planetas.
  15. Limitaciones biológicas: Factores biológicos, como la adaptación a condiciones específicas de un planeta, podrían limitar la movilidad y la expansión de las civilizaciones extraterrestres.
  16. Civilizaciones subterráneas u oceánicas: Se plantea la posibilidad de que algunas civilizaciones extraterrestres hayan evolucionado para vivir en entornos subterráneos o bajo los océanos, lo que dificultaría su detección desde la superficie.
  17. Incomprensibilidad de la vida alienígena: La existencia de vida extraterrestre podría abrazar una complejidad tan vasta que resultara inherentemente incomprensible para la humanidad. Esta noción implica que las formas de vida alienígenas podrían operar con principios, lógicas o estructuras tan divergentes de las que conocemos en la Tierra, que su entendimiento se convierta en un desafío insuperable. Carl Sagan especuló sobre la posibilidad de que una especie alienígena tenga un proceso de pensamiento de órdenes de magnitud más lento (o más rápido) que el nuestro. En este escenario, un mensaje transmitido por dicha especie podría percibirse como un ruido de fondo aleatorio, pasando desapercibido.
  18. Falta de conciencia de nuestra existencia: Las civilizaciones extraterrestres podrían no ser conscientes de nuestra existencia o podrían considerarnos insignificantes, evitando cualquier interacción.
  19. La Hipótesis de la simulación: Algunos sugieren que podríamos estar viviendo en una simulación de la realidad creada por una civilización superior, lo que haría que las señales extraterrestres sean nulas.
  20. Posibilidad de que las especies exóticas no habiten planetas: Algunos escenarios de colonización sugieren una expansión esférica, con una continua migración hacia las zonas fronterizas, lo que desencadenaría un riguroso proceso de selección en el frente de colonización, favoreciendo adaptaciones culturales o biológicas para la vida en naves o hábitats en el espacio. Esto podría llevar al desmantelamiento de los planetas natales para su uso como materiales de construcción.
  21. Existen, pero la respuesta aún está en camino: Puede que ya estemos detectados, y un mensaje o un emisario están de camino.
  22. Existen, han estado aquí, pero no estábamos: A lo largo de la historia del universo, puede haber existido vida en otras partes, pero solo recientemente hemos desarrollado la tecnología para detectarla. Esto implica que si una civilización alienígena hubiera intentado comunicar con nosotros en algún momento anterior a la existencia de nuestra especie, no habría obtenido respuesta.

«Existen, han estado aquí, pero no estábamos»

Las explicaciones que sugieren que no detectamos inteligencia extraterrestre debido a problemas intrínsecos o autodestructivos, forman parte de la llamada teoría del «Gran Filtro«.

Según esta, el hecho de que no hayamos encontrado civilizaciones extraterrestres sugiere que hay un problema con uno o más de los argumentos científicos que indican que la inteligencia es probable. Este filtro podría ubicarse antes de que aparezca la vida, o después, incluso más allá del desarrollo de la inteligencia debido a una tendencia natural a la autodestrucción. En cierta forma, el gran filtro, puede ser considerado como una variante de la paradoja de Fermi, o al menos, una posible solución a esta.

La transcendencia

El concepto de trascendencia en relación con la inteligencia extraterrestre plantea la posibilidad de que una civilización alienígena alcance un nivel de desarrollo, tanto tecnológico como biológico, tan avanzado que se vuelva prácticamente indistinguible de los fenómenos naturales o cósmicos. Las civilizaciones transcendentes podrían estar en nuestro entorno, pero serían muy difíciles de detectar, salvo quizás, por los efectos de su tecnología a nivel galáctico o más allá. Podríamos vincular este concepto con la idea de la evolución de la inteligencia, un filtro que, si una civilización logra superar, la colocaría en un nivel de conocimiento y control de la naturaleza difícil de concebir.

DRAKE VS. FERMI EN LA BÚSQUEDA INTELIGENCIA EN LA GALAXIA

Como decíamos al principio, tanto la ecuación como la paradoja, son dos caras de una misma moneda. El valor de la ecuación de Drake radica en su capacidad para abordar y contemplar conceptos cruciales a tener en cuenta al explorar la posibilidad de vida en otros lugares, proporcionando una base para el análisis científico de la existencia de vida extraterrestre. Este enfoque integral permite considerar múltiples variables y evaluar la probabilidad de manera más completa, contribuyendo así al entendimiento científico de la posible vida en el cosmos y su evolución hacia la inteligencia.

Es obvio, que la ecuación se enfrenta a limitaciones que la excluyen de ser una herramienta de cálculo, ni siquiera aproximado. La falta de concreción en varios de sus parámetros nos deja lejos de poder obtener conclusiones cuantitativas. Así y todo, es válida para chequear hacia donde nos conducen los hipotéticos planteamientos de las diferentes perspectivas, e incluso para poder extraer inferencias sobre la solidez de los supuestos a considerar en el contexto de la búsqueda de civilizaciones interestelares.  

Sin embargo, la Paradoja de Fermi es un desafío conceptual, y su importancia radica en su capacidad para estimular la reflexión sobre la naturaleza del universo, la vida y la inteligencia. Es esencialmente una expresión de asombro ante la discrepancia entre las estimaciones de la Ecuación de Drake y la realidad observable.

Como bien afirmó Carl Sagan, «la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia». Pero en el contexto científico esto es matizable. Cuando la verificación de una hipótesis requiere una evidencia específica y esta no se presenta, la hipótesis se considera refutable. No obstante, cuando los datos disponibles son escasos y poco concluyentes, es necesario adoptar una postura más cautelosa. La falta de evidencia no necesariamente conduce a una conclusión de inexistencia. La ciencia debe estar abierta a reconsiderar sus postulados a medida que aparecen nuevos datos.

PERSPECTIVAS

En las últimas décadas, la exploración del cosmos ha experimentado avances extraordinarios. Mirando hacia el futuro, es fácil prever una nueva era de descubrimientos, impulsada por nuevas tecnologías y proyectos innovadores. Uno de los hitos más anhelados es el lanzamiento de telescopios espaciales de última generación, específicamente diseñados para observar exoplanetas y estudiar su habitabilidad.

Paralelamente, se espera que los esfuerzos en la búsqueda de señales de radio de civilizaciones extraterrestres se intensifiquen. Programas como SETI liderarán esta carga.

Pero esta exploración nos llevará más allá de las ondas de radio. La observación directa de atmósferas planetarias buscando «biofirmas» será un paso crucial para determinar la existencia o ausencia de procesos biológicos. Esto no solo representa un avance espectacular, sino también una realidad a la vuelta de la esquina.

Además, nos aventuraremos en un nuevo dominio: las «tecnofirmas». Aunque la búsqueda mediante radio forma parte de este enfoque, este abarca un espectro más amplio, incluyendo señales como emisiones láser, signos de colosales megaestructuras, atmósferas intensamente contaminadas, y otras previsibles consecuencias de actividades tecnológicas de hipotéticas civilizaciones alienígenas.

La relevancia de la astrobiología y la SETI no pueden subestimarse. El descubrimiento de miles de planetas extrasolares en las últimas décadas y el avance en la comprensión de la diversidad de sistemas estelares proporcionan una nueva dimensión. Ahora la búsqueda no solo se centra en la presencia de estos, sino también en las condiciones que podrían albergar formas de vida.

No obstante, los desafíos son enormes. Las distancias entre nosotros y los planetas más allá del sistema solar, así como la necesidad de tecnologías más sensibles, plantean grandes retos.

Visto en perspectiva, la búsqueda de vida alienígena no solo tiene implicaciones científicas, sino también culturales y filosóficas. Los nuevos mundos han impactado la imaginación colectiva y ha llevado a una reflexión profunda sobre nuestro lugar en el universo, enfrentándonos a cuestiones fundamentales sobre la naturaleza de la vida y la inteligencia.

Sin embargo, la vastedad del universo continúa siendo hoy el mismo desafío que afrontaron los primeros humanos hace casi 3 millones de años. Una constante interacción entre la experiencia del planeta en el que hemos evolucionado y los ecos del pasado de remotas regiones del cosmos. Como decía Carl Sagan «El cosmos está también dentro de nosotros, estamos hechos de la misma sustancia que las estrellas», tal vez por eso sentimos esa llamada inexplicable de las otras tierras.

La búsqueda de vida inteligente, de algún modo, nos señala como representantes de la consciencia del universo. Pero… ¿somos acaso la única consciencia que lo representa?

NOTAS

[1] Coautor junto a Giuseppe Cocconi del pionero trabajo publicado en Nature titulado “Buscando comunicaciones interestelares“ que está en el origen del programa SETI (Cocconi, G., Morrison, P., (1959), Searching for interstellar communictions, Nature, Vol. 184, 844-846. Descargar en PDF). Trabajó en el Proyecto Manhattan durante la Segunda Guerra Mundial.

[2] Durante la reunión de Green Bank recibió una llamada comunicándole que había sido galardonado con el Premio Nobel de Química de ese año.

[3] Desarrolló el concepto de «zona habitable«.

[4] Esta designación fue un término informal y humorístico que se utilizó para describir a los científicos que participaron en la conferencia y discutieron la posibilidad de la vida extraterrestre y la búsqueda de señales de radio procedentes de civilizaciones avanzadas. La Orden del Delfín era, en cierto sentido, una especie de club de científicos interesados en el tema SETI. El motivo de la elección de este apelativo se refería a uno de los integrantes del equipo, el neurocientífico John Cunningham Lilly, que había ganado popularidad por su libro “Man and Dolphin”, en el que proponía la posibilidad de establecer un puente de comunicación entre los humanos y los delfines, animales dotados de una gran inteligencia y de un lenguaje propio. Descifrando el lenguaje de los cetáceos, pensaban los fundadores de SETI, sería posible comunicarse con cualquier civilización extraterrestre. Después de la conferencia Melvin Calvin rubricaría esto enviando a cada miembro una insignia con la figura de este animal.

[5] La zona habitable se define como la región alrededor de una estrella donde las condiciones son adecuadas para la existencia de agua en estado líquido en la superficie de un planeta rocoso o satélite. Además de la distancia entre el planeta y la estrella (semieje mayor), se deben tener en cuenta la excentricidad orbital, la rotación planetaria, las propiedades atmosféricas y la presencia de fuentes de calor adicionales a la radiación estelar, como el calentamiento por el efecto marea. Así mismo, las condiciones adecuadas para el desarrollo biológico en los planetas ubicados en esta zona, requieren que la masa de estos oscile entre 0,5 y 10 veces la de la Tierra, junto con atmósferas que posean una presión superior a 6,1 milibares, correspondiente al punto triple del agua a una temperatura de 273,16 Kelvin. En nuestro sistema solar, la Tierra ocupa la zona de habitabilidad alrededor del Sol. No obstante, la ubicación precisa de esta puede variar dependiendo del tipo de estrella.

[6] Robert C. Kennicutt, Jr., y Neal J. Evans II, (2012), Star Formation in the Milky Way and Nearby Galaxies, Annual Review of Astronomy and Astrophysics, vol. 50, 531-608.

[7] A. Cassan, D. Kubas, J.-P. Beaulieu, M. Dominik, (2012), One or more bound planets per Milky Way star from microlensing observations, Nature, 481, 167–169.

[8] Erik A. Petigura, Andrew W. Howard, Geoffrey W. Marcya, (2013), Prevalence of Earth-size planets orbiting Sun-like stars, Proc Natl Acad Sci US A, vol. 110, 19175.

[9] Westby T., Conselice C., The Astrobiological Copernican Weak and Strong Limits for Intelligent Life, The Astrophysical Journal, Vol. 896, No. 1.

[10] Principio de mediocridad, formulado por John Richard Gott en 1969 basándose en la proscripción copernicana del geocentrismo«si un elemento se extrae al azar de uno de varios conjuntos o categorías, es más probable que provenga de la categoría más numerosa que de cualquiera de las menos numerosas».

[11] Mayr E., (1995), Can SETI succeed? not likely, Bioastronomy News, vol. 7, No. 3.

[12] Lee, Pascal. “N~1: Alone in the Milky Way, Mt Tam”. YouTube. Archived 11 Diciembre 2021.

[13] Shermer, Michael, (2002), Why ET Hasn’t Called, Scientific American, vol. 287, No. 2, pp. 33-33.

[14] Teleológico: con un propósito, plan o intención.

[15] Brin, G.D., (1983), The Great Silence – the Controversy Concerning Extraterrestrial Intelligent Life, Quarterly Journal of the Royal Astronomical Society, Vol. 24, NO.3, P.283-309.

[16]  Zaitsev, A. (May 2005). «The Drake Equation: Adding a METI Factor». SETI League. Retrieved 20 April 2013.

[17] Devin Powell (4 September 2013). «The Drake Equation Revisited: Interview with Planet Hunter Sara Seager»Space.com. Retrieved 6 October 2023.

[18] Fermi falleció en 1954, no obstante, décadas después, en 1984, el Dr. Eric Jones de Los Álamos se embarcó en la tarea de reconstruir la trascendental conversación sostenida por Fermi, en base a correspondencia mantenida con los otros tres supervivientes de la discusión (Teller, Konopinski y York), para incorporar una versión fiel y meticulosa de esta en las actas de una conferencia que estaba preparando titulada «Migración interestelar y la experiencia humana».

REFERENCIAS

Calculadora de la ecuación de Drake
https://www.astrogranada.org/post/calculadora-de-la-ecuaci%C3%B3n-de-drake
The Extrasolar Planets Encyclopaedia
http://www.exoplanet.eu/
Encyclopaedia of exoplanetary systems
https://exoplanet.eu/home/
Anexo Wikipedia: Planets extrasolares
https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Planetas_extrasolares
Exoplanet Exploration: Planets Beyond our Solar System. NASA
https://exoplanets.nasa.gov/
Instituto SETI
https://www.seti.org/
SETI@home
https://setiathome.ssl.berkeley.edu/
Project Phoenix
https://www.seti.org/seti-institute/project/details/project-phoenix
SETI League
http://www.setileague.org/
Proyecto Ozma
https://aporcel.wordpress.com/2023/11/04/proyecto-ozma/
Astrobiology al NASA
https://astrobiology.nasa.gov/
NASA Astrobiology Institute
https://astrobiology.nasa.gov/nai/
El Centro de Astrobiología – CAB
https://cab.inta-csic.es/
Astrobiology Web
https://astrobiology.com/
Astrobiology Magazine
https://phys.org/partners/astrobiology-magazine/
Breakthrough Listen 
https://breakthroughinitiatives.org/initiative/1
Nueva solución de la paradoja de Fermi gracias a una versión simple de la ecuación de Drake
https://francis.naukas.com/2013/01/31/nueva-solucion-de-la-paradoja-de-fermi-gracias-a-una-version-simple-de-la-ecuacion-de-drake/
Testamento científico de S. Hawking: ¿puede haber vida inteligente en algún rincón del Universo?
https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/?p=3427

Bibliográficas

  1. Drake, F. (1965). «The radio search for intelligent extraterrestrial life.» In Current Aspects of Exobiology (pp. 323-345). Pergamon.
  2. Hart, M. H. (1975). «An explanation for the absence of extraterrestrials on Earth.» Quarterly Journal of the Royal Astronomical Society, 16, 128-135.
  3. Webb, S. (2002). «If the Universe Is Teeming with Aliens… Where Is Everybody? Fifty Solutions to the Fermi Paradox and the Problem of Extraterrestrial Life.» Copernicus.
  4. Frank, A., & Sullivan, W. T. (2016). «A New Empirical Constraint on the Prevalence of Technological Species in the Universe.» Astrobiology, 16(5), 359-362.

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